viernes, 8 de julio de 2022

La pecera

¿Te imaginas mirar siempre el mundo a través de una pecera? Tan redonda y transparente que, por instantes, te hace percibir un atisbo incierto de la realidad- de lo que existe fuera, tan intenso y cegador pero que se escapa a tu control. 
Hay días, que la pecera se expande, que nadas más allá de los límites, que el agua te impulsa, te desafía, te invita. Y aceptas esas ligeras olas como parte del juego y nadas al compás de la música que suena de fuera. 
Otros, te ahoga, y te das cuenta de que estás dentro, dentro de una puta pecera. Dentro de una armadura frágil de cristal, pequeño pececillo que soñabas con ser delfín. 
Y entonces miras, de nuevo, la realidad, la que te mantiene atrapado e inmóvil, y la inacción te hace nadar en círculos, cada vez más rápido, por si el mareo mata esa sensación de claustrofobia.
Algunos días sueñas con saltar. Saltar tan alto que se tambalee la pecera. Respirar oxígeno de nuevo y convertirte en otro ser, quizás uno que vuela alto, por encima de todas las demás criaturas, que adapta las alas al viento y los sueños al vuelo para llegar lejos, muy lejos de ese lugar.


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