viernes, 19 de junio de 2020

Londres: buscadoras incansables de sueños


Algo vibraba en Londres. Algo vibra para las que no pertenecemos a ningún lugar. Londres es rojo y gris, es un día lluvioso, el cielo cubierto, la humedad del Támesis. Londres es luz y oscuridad. Me sigue fascinando la reconstrucción del South Bank tras los incendios, el Teatro de Shakespeare, la Tate Modern, el puente del Milenio, Saint Paul. Cada piedra que encapsula silencio e historia, los días en los que sólo había luz de velas. Y en cambio  el presente Londres rezuma vanguardia y brilla en multicolor, con luces de neón de colores y una luna llena de serenidad.

Recuerdo el verde de aquella primavera. El olor a hierba infinita de Hyde Park y sus animales, porque en aquella naturaleza urbana, ellos estaban en su lugar, y los humanos de paso, para perdernos en los inmensos jardines, entre las aguas. Qué sorpresa lo pequeño que era Peter Pan (la estatua) en realidad, y lo grande que se colaba en nuestros sueños de niñas. 

Recuerdo el alboroto de Camden, el metro subterráneo para llegar allí, las por entonces grunge Doctor Martens, el olor mezclado de comida, las tiendas de antigüedades, los patios escondidos en el centro del mercado, oír conversaciones en español un sábado cualquiera. 

Piccadilly Circus era el centro de todo, el tránsito incesante de gentes, el origen desde donde pasear y hablar de nuevos comienzos, de principios y de finales, del paso de la adolescencia tardía a la joven edad adulta. Felices 20 teníamos y muchas ganas de comernos el mundo. 

Creo que Londres es una ciudad en la que podemos ser. Tú y yo, que no somos del lugar donde nacimos. Que somos de mar  y playa pero que no tenemos nuestro sitio en el Mediterráneo. Que somos de cualquier lugar y de ninguno.
En Londres puedes pasar ser y estar desapercibida. Puedes ser una librería de segunda mano o una carrot cake. Puedes sumergirte en un cuadro clásico u abstracto, observar sin sentirte observada, sumergirte en la música de los cascos mientras pasan los vagones llenos de un metro o ser parte del baile de un músico callejera que entona a Amy. 
Londres te acoge en sus moquetas horteras y su comida a deshoras, extraña y pesada. 

No somos nómadas, somos buscadoras incansables de sueños…