domingo, 29 de diciembre de 2013

Nuevos sueños

Hacía tiempo que no nos encontrábamos así: solos, en silencio, en el frío ajeno y lo constante. Y ahora que estamos enfrente, cara a cara, sólo tengo prisa. Prisa por fundir sus labios con los míos, por perderme y encontrarme entre su cuerpo, porque se esfumen las horas mientras pasa el resto, mientras cae la lluvia o la nieve, mientras el viento zarandea el cristal de la habitación.

Tiempo.

El tiempo sólo pasa, pero no por nosotros, ni entre nosotros. El tiempo pasa rodeándonos, como si la atmósfera colisionara inmune, como si existiera una burbuja de infinitos momentos, guardados, sellados, eternos.

Sólo tengo prisa porque sé, que uno tras otro, irán pasando los días e iremos construyendo nuevos sueños. Nuevos y mejores. Nuevos y peores, pero juntos, porque es el único camino que se escribe en el tiempo.


sábado, 28 de diciembre de 2013

Destinos

Imagina un andén medio lleno, el frío de una mañana de diciembre sin nieve, con el aire que se cuela entre las paredes de la estación.
Imagina ahora que no es Navidad, y que nadie viaja a casa, e imagina, sólo imagina, que no vas ese día a trabajar. Que eliges un tren al azar, sin su destino, y te subes, polizón, para emprender viaje.
¿Cómo sería ese día?
No llegarías a tu oficina tediosa, ni te tomarías otro café amargo, ni te sentarías frente al mismo ordenador.
Viajarías.
Por los desérticos campos de Castilla.
Rumbo al sur, al norte, a cualquier parte, lejos de aquí...

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Celestito

En tan solo un instante
perdió la vida.
Apenas podía respirar,
le faltaba el agua
y alzaba la boquita ahogado,
buscando ingenuo el oxígeno que lo llevaría a la muerte.
La agonía de un ahogado
su último aliento, su último intento fallido de respiración.
Alejado del medio
tan cercano al cielo...
Y siempre tan carismático (bop) y amoroso, tan vanidosamente bello, con su cola azul celeste, Celestito, que se creía invencible y capaz de surcar océanos sin miedo.
Que nadaba y nadaba en su pecera redonda, buscando nada, mirando a través de su cristal y la ventana.
Que buscaba con ansia la comida o dedo que emergiera sobre su techo acuático.
Que nunca dudaba en escapar de mis manos cuando le iba a cambiar el agua.
Que ensuciaba la pecera demasiado a menudo.
Que creíamos que hasta nos oía, nos olía, sentía nuestra presencia...
Hoy, después de 7 meses, Celestito nos ha dicho adiós.
Siempre quedará tu recuerdo, Celestito.



domingo, 24 de noviembre de 2013

De nortes y sures

Un tren de cercanías sale del centro de Madrid.
No son aún las 8am, pero ya hay filas predispuestas para abalanzarse en el próximo tren.
Bajo sus chaquetas gruesas, de piel y polipiel, se esconde una discreta corbata de seda. Sus miradas se concentran absortas en pequeñas pantallas de libros electrónicos que transpiran luz. Apenas miran alrededor. Desprenden olor a colonia de mejores regalos navideños. Llega el tren y suben.
Tacones y medias negras.
Mocasines y castellanos.
No hay sitio, nadie mira a nadie.

Un tren de cercanías sale del centro de Madrid.
No son aún las 8pm, y el 80% de sus ocupantes son inmigrantes que conversan en tonos elevados, que ríen o se gritan. Grupos de adolescentes intercambian conversaciones de insultos y absurdos prejuicios.
Botellas de cristal ruedan indiscretas por el suelo.
Familias se apelotonan, los niños comen golosinas.
Una llamada telefónica.
Cruces lascivos de miradas.
Una madre negra sostiene en brazos a su hija de trenzas prietas mientras ésta llora.
Un murmullo incomprensible de dos adolescentes en turco.
El olor de un rímmel barato.

Es curiosa la demografía de un tren de cercanías. Es curioso cómo nuestra ubicación geográfica define quiénes somos, nuestra historia, nuestro presente y pasado.
Es curioso cómo nuestro entorno nos define.
Es curioso que no somos sin los demás.
Es curioso lo que se aprende del viaje más corto...



martes, 19 de noviembre de 2013

Chaotic world...

El aire hedía contaminado mientras Celestito acercaba su frío rostro al cristal. A su alrededor todo era caos e imágenes distorsionadas, un mundo que se movía vertiginosamente al compás de un desenfrenado final acechante.
Se preguntó si existiría algún lugar o refugio más allá de la contaminación, pero la corriente de aire le impedía desplazarse hacia otro lugar más seguro...
Y ante tal hecatombe, Celestito sólo pudo decir: bop.

(Celestito cumple hoy 6 meses y he cocinado coliflor. El pobre estaba a salvo mientras la casa sólo era respirable con máscara de gas...Pero, ¿qué va a entender un pez ante tal catástrofe?)

lunes, 11 de noviembre de 2013

It's just life

A veces, en otoño, el Parque del Retiro se resiste a desprenderse de las hojas amarillas del pasado verano. A veces llueve. Solo a veces, y las gotas de lluvia se deslizan entre las hojas de los árboles para caer, como un suspiro, en mi mano.
Siempre habrá alguien en chándal, que pasee a un bulldog, igual que siempre habrá alguien que le agarre la correa a algún perro bonito. 
En alguna llanura los jóvenes siguen intentando patinar y en algún banco, una pareja adolescente se demuestra con besos lo que los labios callan.
En algún lugar hay selva y sombra y un lector solitario se ensimisma en su libro mientras las horas pasan.
Un carrito de bebé.
Una pareja de ancianos.
Unas fotos de boda amarillas y naranjas y rosas al atardecer de un día cualquiera de noviembre.

A veces, no pasa nada. Simplemente no pasa nada, más que la vida, delante de nuestros ojos...


lunes, 4 de noviembre de 2013

El susurro del río, el río que fluye...

Sonaban los extraños acordes de un silencio premeditado. Desde la primera hora de la mañana, que para aquellos días de vacaciones, no era antes de las diez.
La madera del suelo de la casa crujía con los pequeños pasos, y olía a chimenea y a repostería horneada.
Silencio.
Él se daba la vuelta envolviéndose en la sábana mientras entraban escasos rayos de sol por la ventana entre las nubes.
(...)
El río Esla serpenteaba por los valles de Benavente. Seguimos su curso por carreteras y caminos, por cuestas, por rutas inexploradas, por pueblos de 100 habitantes. Entre un abismo y el río se alza un pequeño pueblo llamado Bretocino, en la provincia de Zamora.

Nada.
Encontrarse en medio de la nada. Las hojas amarillas del otoño, senderos de tierra antaño recorridos por caballos, piedras (y setas) y él, de mi mano.
A veces basta nada para tenerlo todo.
A veces hay que perder la cordura y gritar "te quiero", así, en medio de un bosque, a 100km de la civilización, entre los árboles, el susurro del río que fluye... buscando su camino.


sábado, 26 de octubre de 2013

Era verano...

Se colaban una serie de sonidos inconexos por la ventana entreabierta: motos que arrancaban, niños que gritaban por la ventana, silencio, murmullos de una pareja... Hacía calor, y ya ni siquiera se cubrían con la ligera sábana de algodón.
No importaba. Ni el ruido de la calle, ni la larga jornada de trabajo, ni el calor asfixiante de Madrid. No importaba el cansancio, las horas de letargo, el sudor que había fundido ya sus pieles. 
Olía bien, quizás la vela de olores deliciosos, o el gel de coco que habían agotado, horas antes, en su refugio contra el calor bajo la ducha. 
Y así pasaban las horas entre risas e historias, mientras el mundo caía.... Egipto, Canadá, Rusia, América Latina...  

H2O

Había caído la noche. La semana apenas terminaba entre cortinas de lluvia.
Llovía.
Esta vez de noche, entre las luces de ciudad, entre las luces de los coches.
Llovía y las gotas se volvían luces entre la oscuridad de una temprana noche.
Quedaban pocos por la calle. Algunos refugiados bajo paraguas, otros avanzaban buscando techos bajo edificios.
Es una postal absurda, como de película antigua, la oscuridad de la noche, la ligereza de las gotas de lluvia que se derraman contra las calles de ciudad, las luces de los coches que se abren paso entre ellas.
Agua.
Es que sólo es agua.
Que forma pequeños riachuelos y grandes alborotos.
Que riega e inunda.
Agua...

domingo, 13 de octubre de 2013

Ventanas

Mi abuela siempre mira a través de esa ventana.
Cuando se acerca el día del Pilar, la casa se llena de familiares que, como cada año, acudimos a visitar a mi tía Pilar por su santo.
Ella se pone muy contenta con la algarabía, con la gente "de fuera" que siempre trae noticias y novedades.
Sin embargo, cuando nos vamos, se acerca con su sillón de orejas a la ventana de nuevo.

Desde esa ventana mira la plaza. Esa plaza que ha contemplado desde hace 60 años, cuando decidió emprender una vida común con "Antoñito".
Esa ventana siempre está abierta. A veces hace calor, otras, la lluvia se cuela y alcanza a mojar el suelo de parquet, y otras, como hoy, el cielo está gris.
El cielo está gris porque se avecina la llegada del invierno, el frío del otoño tardío que llega con el paso de cada año.

Y ella se sienta allí, mientras mi abuelo duerme. En esa ventana, a ver cómo pasa la gente, las nubes, el tiempo...

viernes, 11 de octubre de 2013

Que ya es otoño

Hoy ha caído la primera hoja del cielo. Como un espejismo.
Ha caído de un cielo azul celeste intenso
De entre dos edificios de la Gran Vía
Mientras sus dedos enredaban con mis dedos.

Ha caído despacio, seca y ligera
en el lapso que dura uno de nuestros besos.
Uno de los de película, que son esos largos e incansables,
que no uno de los de cine,
de los que hay que darse en silencio mientras la acción ocurre en la pantalla.

Ha caído del cielo de ciudad
del infinito
fundiendo la naturaleza con lo urbano
el otoño que no acaba de arrasar con el verano.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Envejeces para luego morir

Mi abuelo cumple 84 años en diciembre, y todos los años, nos dice que qué alegría y que puede que sea su último. Hace unos años que ya no se mueve con la agilidad que solía hacerlo, que ya no se da los paseos "del colesterol" para bajar las croquetas tan ricas que hace mi abuela y sus postres muy azucarados para "estar contentos", que ya no baja a la parroquia a repartir comida entre los que menos tienen.
Este último año ha tenido un par de paros cardíacos, pero está bien.
Hace una noche murió su última hermana, la pequeña, después de varios meses en estado vegetal y "recargada" por una máquina que la mantenía despierta.
Hoy está triste.
Está triste porque ya no tiene sus dientes, ni sus ojos.
Está triste porque dice que se va a morir, que ya le está llegando su hora.
Está triste porque, de pequeño, murieron varios de sus hermanos de bebés, y fueron ellos tres los que quedaron y ahora queda él solo.
Está triste porque se está viendo envejecer y le acecha el final de la vida.
Está triste porque ella murió antes que él.
Está triste porque el ataúd era de madera fea, porque la misa es solemne, porque el día es gris, porque todos están tristes.
Está triste porque envejeces para luego morir.

miércoles, 3 de julio de 2013

Dictadura del tiempo

La luz del muñeco se volvió verde, y los números luminosos entonaban una cuenta atrás en segundos. Él se aproximó al paso de cebra silencioso, pero ante su presencia, los inquietos viandantes le abrieron hueco hasta la primera fila.
Dio su primer paso en el asfalto gris, que ardía aquel caluroso día de julio madrileño. Uno. El muñeco brillaba verde resplandeciente al otro lado, en la meta. Dos.
Años atrás, había sufrido un desafortunado accidente que dejó paralizadas sus piernas y destruida su carrera como velocista internacional. No había sido una lesión, como a la mayoría de los de su especie, que por desgaste terminan despidiéndose del deporte.
Los médicos vaticinaron que no volvería a andar, y dos años después, tras fisioterapeutas y rehabilitaciones, pudo de nuevo apoyar todo el pie sobre el suelo. Un sueño, o quizás no tanto.
Para alguien que ha corrido, pensar en empezar a andar, un aprendizaje inverso y frustrante. Cuatro- tres- dos... Apretó el paso, lo más que permitían sus limitadas posibilidades, y se vio en medio de la Gran Vía, con su muleta agarrada de la mano izquierda, la frente sudorosa, y varias líneas blancas aún por atravesar.
Pitaron, y pese a su gloriosa voluntad, sus piernas recién revividas no respondían a la velocidad que acostumbraba. Recordó tiempos mejores, en los que en menos de un segundo habría atravesado aquella calle tan concurrida, y miró al sol, al cielo, y de nuevo al asfalto. El muñeco de enfrente le miraba enfadado en rojo hasta que una chica se acercó, lo agarró de la cintura y apretaron el paso ambos a la par hasta la acera... Treinta segundos, pensó, y, volviendo la vista atrás, pensó en el tiempo, en la horrible dictadura del tiempo.

martes, 25 de junio de 2013

eterno amor

La anciana se quedó frente al cristal. Lo miró de nuevo, y quizás por última vez.
- Al final me has traído hasta aquí. ¡Y qué señalada fecha, querido, para demostrarme una vez más, lo que me amas!
Se quitó el anillo de plata y lo manoseó entre los dedos. Tenía las manos arrugadas, los dedos temblorosos. Lo devolvió a su dedo anular.
- Enrique, qué bonitos detalles me dejas. Y qué inmensos recuerdos. Tú que siempre me pedías que me quedara a tu lado. Aquí estoy.
Ni siquiera nos separaron los disparos de la guerra, los sudores del parto, la democracia.
Ni siquiera irrumpieron la lluvia, el desorden del ático, el polvo de tus zapatos, los medicamentos en la encimera de la cocina.
Ni siquiera el frío que se colaba en nuestra cama, la muerte de Alfonsito…
Hizo una pausa. Sus hijos la rodeaban, pero se mantenían al margen, en la distancia. Derramó la primera lágrima, pero su expresión se mantenía ilusionada.

Te amo.

miércoles, 19 de junio de 2013

Benavente

Era una imagen simple: Plaza de Jacinto Benavente. 20:00. Mes de junio. Un aire azotaba Madrid en un verano entre nubes que copaban un cielo azul oscuro. Una pareja sentada en una terraza. Una pareja de unos ochentaytantos noventa. Dos copas de cristal rebosan helado. El aire balancea el cabello blanco corto de ella. A él se le resbalan las gafas por la esfinge de la nariz mientras se relame y busca bajo la nata más helado. Ella es menuda y la copa ocupa todas sus manos. No hablan. Pero tampoco es necesario, el aire desprende cariño, te quieros silenciosos que ocultan historias pasadas, momentos compartidos, secretos al unísono. 
El tiempo se detiene, y Benavente nos recuerda que, de vez en cuando, no hace falta más que una bocanada de felicidad para mantenernos vivos. 


sábado, 15 de junio de 2013

Retales

A veces, las palabras se oxidan con el paso del tiempo. Llegan tiempos de aires cálidos, de pieles rojas, de terrazas y cubos de cerveza. Y te descubres descontando minutos al tiempo entre atardeceres de noche, entre las páginas que no escribiste...

Bosques urbanos se esconden en un Retiro secreto
Un beso que no termina
Otro helado de turrón
Horas en la oficina
Rozaduras de zapatos
Madrid caluroso e incansable
La interminable Castellana
Un sol entre nubes rosas
Autobuses, metros, cercanías
Una cartera que cae al suelo
Dos manos que se entrelazan
Sus manos que sujetan mi cintura
Otra Coca Cola fría
El tic-tac de un reloj que no cesa

El tiempo
que muy a nuestro pesar no se detiene
no retrocede
no se queda.
Y rescato pequeños retales de momentos de meses en este silencio. Y pretendo no haber oxidado mis palabras en versos, mis Polaroid de momentos finitos, de recuerdos...

viernes, 1 de marzo de 2013

Mediterráneos

Italia dice "sí" al cambio, mientras una España desgastada y agonizante se conforma con otros casi tres años de ineficiencia de este gobierno.
Hoy, que la política se ha vuelto esa tubería turbia y llena de residuos que no logramos tragar, hoy que más razones tendríamos para decir "no" a los que nos gobiernan, hoy solo oigo gritos ahogados de silencio. Creo firmemente en la democracia, pero sobre unas bases políticas: honestidad, trabajar no por un sueldo, sino por un bienestar colectivo, para empujar a una sociedad hacia adelante y, en ese empujón, empujoncito o lanzadera, salir todos beneficiados.
El dinero que se convirtió en ladrillos no se vuelve a convertir en dinero. El dinero que se llevan "limpito" los Noos, los Bárcenas, lor Gürtel, y todos los topos que siguen (por el momento) bajo las profundidades mediáticas. Todas esas inversiones en improductividad y sin pedir resultados a cambio. Todos esos olivos arrancados.
Todo eso parece haberse perdido en un universo imaginario, un paraíso fiscal, bajo el sofá rojo de la abuela Pepi, en inversiones en nuevos pisos en primetercera línea en la costa de Marbella. Pero os diré dónde NO ha ido ese dinero.
- No ha ido a I+D+I, que es uno de los pilares que podría sacar a España de la crisis.
- No ha sido destinado a mejorar la sanidad pública, la educación pública
- No se ha convertido en aceras accesibles para minusválidos
ni en hogares para los millones de personas que viven en la calle
ni en alimentos
ni en parques.

Y os recuerdo, que Italia hace no mucho estaba igual. Igual.. de mal. No se trata de mediterráneos, de sureños, de dinero. Se trata de una mala gestión de recursos. De eso trata esta crisis. De qué hacer con el dinero, de qué hacer con el voto, y, entre que España se lamenta de su falta de cultura política, Italia destrona a Il Cavaliere... 


martes, 26 de febrero de 2013

Sin mirar al cielo

Sonaba el estridente rugir de un violín entre Sevilla y Sol. Las temperaturas estaban de nuevo por debajo, debajo del umbral del placer de salir a la calle porque sí. Sin embargo, atardecía anaranjado entre nubes celestes, y el frío de las manos ocultas bajo unos guantes de lana olvidaba lo que calla febrero.
Ante el paso ligero de los días de frío, las notas sueltas deslizadas por las cuerdas del violín inundaban la acera. El paso de unos tacones. Alguien se detiene. Alguien pasa de largo. Alguien mira la pantalla de su Blackberry. Y Madrid transita sin mirar al cielo, sin mirarse a los ojos, sin redescubrirse, anodina, dormida, sola.


martes, 19 de febrero de 2013

Who?

El suelo del metro estaba completamente blanco y pulido. Los zapatos se arrastraban sin piedad bajo las luces de neón tenues, y aquel día de lluvia, las pequeñas gotas se amontonaban en los paragüas que se movían al ritmo incesante de pasajeros que vienen y van.
Quizás, a las 7 de la tarde de un absurdo martes de lluvia de febrero, nadie se habría dado cuenta de que, en el suelo, había una foto de carnet del revés, una cartulina blanca que apenas se distinguía entre pasos rápidos y relojes que no se detienen.
Él sí.
La cogió con dos dedos, y la levantó, ante la mirada confusa de dos ancianos que acababan de entrar al pasillo. Era una chica de pelo corto y expresión risueña. Qué raro, pensó. Ellas nunca sonríen. Los ojos, apenas maquillados, brillaban ante un flash inexistente.
¿Por qué nadie se habría parado a recogerla? ¿Serían las prisas? ¿Que la chica no se había dado cuenta? ¿Se le habría caído a su novio? ¿Qué hacía? ¿Hacia dónde iba desde el metro de Colón?
Y se paró a pensar en lo aleatoria que es la existencia, lo escasas que son las coincidencias, lo ajenos que estamos de las vidas de otros que recorren nuestro mismo camino, bajo los mismos focos, entonando los mismos pasos.

lunes, 18 de febrero de 2013

La del metro

Él caminaba delante pero yo, distraída, lo he adelantado en cuatro escalones cuando aún ni siquiera existía un "él". Y me ha seguido, con su abrigo de Tintin, su Smartphone que miraba distraído mientras pasábamos las casi sin mirarnos, por las máquinas. Pude sentir el olor de su colonia, que, para mi tristeza, no era Hugo Boss for Man, sino algo igualmente masculino pero más misterioso. Y si hubiera tenido ojos en la espalda, le habría dicho que se quedara, allí, en mitad de unos escalones en los que no para de pasar gente. Allí, bajo un foco mal iluminado. Pero seguí mi camino, justo para llegar al andén y encontrarlo de frente, en el otro andén, mirándome. Y aquí no cabían los disimulos, ni girar la cabeza para mirar los minutos que iluminaban las pantallas. Metronoventa. Pijo. Castaño. Son de esas veces en las que el paso del tren arrebata una mirada, en las que prende una chispa diminuta en un milimétrico lugar, en un fragmento de segundo. Y quizás se lo llevó el viento con el paso de su tren. Y esta vez soy yo la que entona una absurda melodía esperando a que pase... el tiempo

domingo, 13 de enero de 2013

Him

Se sentó al borde de la cama y marcó de nuevo el número. Mientras acercaba el pulgar a la tecla de llamada, con la otra mano acariciaba suavemente el torso desnudo de la chica que yacía desnuda en su cama. Ella se giró lentamente para darle la espalda, arrastrando consigo las sábanas blancas que apenas le cubrían de cintura para abajo. Él se levantó con el teléfono en la mano para abrir una cortina y salió de la habitación.
- Hola
- Ya estabas tardando en llamarme... - le reclamó la voz del otro lado del hilo
-Si.. perdona. He estado bastante liado, al final salimos anoche, ya sabes cómo son estos, y bueno, total, he pensado que dejarme dormir un domingo tampoco sería tan grave. ¿Cómo estás?
- Esperaba que llegaras para traer el desayuno...
- Se me han complicado algo las cosas...
Se interrumpió. La chica que había dormido con él se había levantado y paseaba desnuda hacia él...
- Buenos días, rey- le susurró al oido mientras pegaba su cuerpo al de él
- Espérame en la cama- contestó, apartándose el móvil de la boca y mordiéndole el labio- voy enseguida. Ya sabes, negocios...

sábado, 12 de enero de 2013

El lado débil de la cama

Será que siempre suenan acordes desafinados. Melodías de reencuentro, frío hasta en los huesos, Madrid sin ti. Otro tono rojo, otra cafetería, tu sonrisa frente a la mía. Sentirte tan cerca y saber que te vas, y me reflejo en el cristal de mi vaso, mientras rebotan y se hacen eco tus palabras, como una canción susurrada en el oído.
Un candado sin llave, dos historias sin miedos, huérfanos de cordura, antagonistas del silencio. Escondemos heridas que se baten en duelos, a corazón abierto.
Y entre "él" y "ella" cruzamos miradas, cómplices del mismo juego, echando globos a volar lejos, como si, por un momento, todo desapareciera en un inmenso infinito. Las palabras que desprende tu boca que narran mi historia.
Con la cucharilla pesco la espuma del poco batido que queda. Dejas el tenedor apoyado sobre el plato. Ella se va de tu cama. Quiero que vuelva, ya ni lo quiero. Tejemos los "quizás" bajo las luces, sabiendo que los desgarraremos en lo oscuro. Y ni "ella" ni "él" saben que tú y yo les pensamos, a veces, de vez en cuando en una cafetería cualquiera, en un reencuentro cualquiera, bajo las lámparas rojas, con batidos y crêpes.


domingo, 6 de enero de 2013

Regalos

No hablemos de política.
Hoy las cajas de cartón colapsan las papeleras de reciclaje azul. Las sonrisas inundan calles y parques de Madrid. El frío apenas se siente porque los rayos de sol alumbran hasta los lugares más recónditos y sombríos.
Jugar. A veces nos olvidamos de la ilusión al desgarrar con furia los regalos que yacen bajo el árbol. Nos olvidamos de aquella pervertida inocencia de creer en unos seres maravillosos que desfilan por treinta ciudades españolas a la misma vez y que van a todas las casas de todos los niños españoles y, cuidadosamente, depositan los regalos en silencio a cambio de unos pocos dulces.
Soñar parece tan fácil... Construir castillos e historias, princesas insalvables, mundos de buenos y malos, curas a todo tipo de enfermedad y maleficio, felicidad tan solo al alcance de la imaginación...
Deberíamos aprender de los más pequeños...
Que el chocolate sea el antídoto
Que la risa venza obstáculos
Que los ojos no dejen de brillar, que los problemas se borren tras las lágrimas
Que los lazos vuelen, que las melenas se alboroten y se despeinen
Que lo "correcto" sea que la nata se asome a borbotones de los labios
Que se encienda una estrella, por tí, por mí...