martes, 27 de febrero de 2018

Oporto, octubre 2016


Porto sabe a pasteis de nata,
A dos copas de vino pausadas
en la barra de una bodega
Cada sorbo
encapsula silencio,
un beso suave,
artesanía, madera y hierro. 
Porto se mece al son de una barca
mientras la oscuridad y la historia
se suceden como sombras bajo puentes,
se adivinan en las cuestas adoquinadas,
se esconden en las calles estrechas, angostas, apagadas.

Porto emana una particular luz
Que parece dar paso a un nuevo tiempo.
Una luz que tiñe de tonalidades grisáceas, azules y ocres
sus calles,
los cristales de su mercado,
su estación de tren.

Hoy parece que la decadencia
Deja paso a la modernidad,
Que la oscuridad, dio paso a la luz.