lunes, 10 de febrero de 2014

Revólver

- Seguramente no es la primera vez que te clavan una pistola en las entrañas.
Su voz retumbó, sensual, en la oscuridad.
- Y seguramente, tampoco es la primera ocasión en la que temes por tu vida.
El hombre permanecía inmóvil y en silencio. Cuatro pelos canos intentaban cubrir su calvicie en la parte frontal de la cabeza, y rompían la continuidad con su frente en una extraña y cómica, a la vez que lamentable manera.
Su aspecto, envejecido, poco tenía que ver con la forma en la que mascaba chicle, cual adolescente, y cómo se le enganchaba en las muelas y hacía esfuerzos por sonsacárselos con los dientes, de manera muy poco elegante.
Tampoco tenía que ver su aspecto, degradado, con su personalidad prepotente. Sus rasgos poco atractivos se ocultaban bajo jerséis de Lacoste, y sus piernas cortas se enfundaban bajo unos vaqueros mal elegidos para un hombre que pasa los sesenta.
No. No era la primera vez que lo asaltaban para intentar matarlo, pero sí era la primera vez que la voz que se ocultaba tras su verdugo era la de una mujer: sensual y agresiva, nerviosa y firme mientras sostenía un arma que, él intuía, no iba cargada.
No contestó. Tenía curiosidad, una intensa curiosidad por saber de qué trataba toda aquella encerrona, y si había sido una sorpresa o un regalo, envuelto en forma de sadomaso o simplemente de sumisión, y empezó a dejar su mente correr e imaginó el cuero y el latex, las esposas, la mujer atándolo al borde de la cama...
- ¿No vas a decir nada antes de que te mate?
Tuvo una erección. No tenía problema en tenerlas, y menos si se trataba de furcias que le sometían a dolorosos placeres. Por primera vez, contestó con voz excitada:
- Quítate tú la ropa antes esta vez, por favor... Quiero disfrutarlo.

http://www.youtube.com/watch?v=8u1-JILEx5Y