martes, 25 de junio de 2013

eterno amor

La anciana se quedó frente al cristal. Lo miró de nuevo, y quizás por última vez.
- Al final me has traído hasta aquí. ¡Y qué señalada fecha, querido, para demostrarme una vez más, lo que me amas!
Se quitó el anillo de plata y lo manoseó entre los dedos. Tenía las manos arrugadas, los dedos temblorosos. Lo devolvió a su dedo anular.
- Enrique, qué bonitos detalles me dejas. Y qué inmensos recuerdos. Tú que siempre me pedías que me quedara a tu lado. Aquí estoy.
Ni siquiera nos separaron los disparos de la guerra, los sudores del parto, la democracia.
Ni siquiera irrumpieron la lluvia, el desorden del ático, el polvo de tus zapatos, los medicamentos en la encimera de la cocina.
Ni siquiera el frío que se colaba en nuestra cama, la muerte de Alfonsito…
Hizo una pausa. Sus hijos la rodeaban, pero se mantenían al margen, en la distancia. Derramó la primera lágrima, pero su expresión se mantenía ilusionada.

Te amo.

miércoles, 19 de junio de 2013

Benavente

Era una imagen simple: Plaza de Jacinto Benavente. 20:00. Mes de junio. Un aire azotaba Madrid en un verano entre nubes que copaban un cielo azul oscuro. Una pareja sentada en una terraza. Una pareja de unos ochentaytantos noventa. Dos copas de cristal rebosan helado. El aire balancea el cabello blanco corto de ella. A él se le resbalan las gafas por la esfinge de la nariz mientras se relame y busca bajo la nata más helado. Ella es menuda y la copa ocupa todas sus manos. No hablan. Pero tampoco es necesario, el aire desprende cariño, te quieros silenciosos que ocultan historias pasadas, momentos compartidos, secretos al unísono. 
El tiempo se detiene, y Benavente nos recuerda que, de vez en cuando, no hace falta más que una bocanada de felicidad para mantenernos vivos. 


sábado, 15 de junio de 2013

Retales

A veces, las palabras se oxidan con el paso del tiempo. Llegan tiempos de aires cálidos, de pieles rojas, de terrazas y cubos de cerveza. Y te descubres descontando minutos al tiempo entre atardeceres de noche, entre las páginas que no escribiste...

Bosques urbanos se esconden en un Retiro secreto
Un beso que no termina
Otro helado de turrón
Horas en la oficina
Rozaduras de zapatos
Madrid caluroso e incansable
La interminable Castellana
Un sol entre nubes rosas
Autobuses, metros, cercanías
Una cartera que cae al suelo
Dos manos que se entrelazan
Sus manos que sujetan mi cintura
Otra Coca Cola fría
El tic-tac de un reloj que no cesa

El tiempo
que muy a nuestro pesar no se detiene
no retrocede
no se queda.
Y rescato pequeños retales de momentos de meses en este silencio. Y pretendo no haber oxidado mis palabras en versos, mis Polaroid de momentos finitos, de recuerdos...