viernes, 24 de marzo de 2017

De retorno de ningún lugar


Había anochecido, y apenas se intuía la danza de una brisa suave, acompasando el vaivén calmado, los movimientos sedosos de las olas del mar.
Acompañaban el movimiento el silencio y la oscuridad, la inmensidad del cielo en noche cerrada.
Su cuerpo había dejado de pesar. Flotaba mar adentro, perdiendo la noción de las estrellas que alumbraban al horizonte, balanceándose sobre el agua y fundiéndose, perdiendo la noción misma de existir.



Pequeñas confesiones

Hace días que intuyo tu cuerpo en la cama
la ausencia
de tener que dibujar cada milímetro de tu cuerpo de memoria,
para revisitarte.

Porque han sido ya muchos días memorizando cada lunar en tu espalda
la forma de tus manos
tus ojos
tu sonrisa perfecta
la silueta firme de cada rincón de tu cuerpo.

Porque me encanta despertarme y mirarte  mientras duermes
que los rayos de luz se cuelen en la habitación inundándola

Y quedarme dormida
con la mejor banda sonora
el latido de tu corazón.