miércoles, 29 de julio de 2015

A-Sincronía

Siempre era el mismo tren. Las 7.20 de la mañana dirección al aeropuerto. Había adelantado su reloj para ajustarse al horario de los trenes, siempre por delante, siempre con prisas. 
Y sin embargo, ese día Leticia llegaba tarde. La pastelería aún tenía el cierre echado y su carrera al metro había sido en vano. El olor a café y horno aún impregnaba su sueño matinal. Seguramente tenía el pelo desordenado. Había intentado darle forma a su cabello liso con una trenza, avivarlo, mientras esperaba que abrieran. Luego, cargada con la caja de cartón que contenía los merengues, había llegado justo para ver el tren desvancerse por el túnel. Los ruidos de la estación se acentuaban. Pequeñas personas, caras de sueño. Miradas extrañas. El trajín de la cotidianeidad absurda. El calor del verano.

Siempre era el mismo tren. Las 7.20 de la mañana dirección al aeropuerto. Había salido a correr. Se apagaban las farolas ante un nuevo amanecer, y el perro se agitaba  ansioso, sabiendo que se acercaba su primer paseo diario. La ruta de subida al Retiro. Una fuente de refresco y jugueteo. De nuevo bajo el agua de la ducha. De nuevo anudarse los cordones. La bocanada de calor. El tren. Después de la carrera había conseguido llegar a tiempo. Era el mismo vagón. El de siempre. Y ella se subiría en la siguiente estación, con cara de sueño, atusándose la melena rubia. La transcripción de su mirada. Y él allí, contándole al Carlos sus viajes, su trabajo, esperando ese cruce de miradas. El Carlos a veces también la miraba. Se miraban. Pero quizás no con esa intensidad que lo miraba a él, en el frío y calor de las estaciones. Se cruzaban sus miradas y  todo el mundo ajeno, externo, voyeur, desaparecía.

Subió al siguiente tren. Con cuidado de no alterar la horizontalidad de la caja. El tren voló a la siguiente estación y respiró tranquila. En aquel vagón, alejándose en la distancia, luces que se encienden, oscuridad. Nuevos pasajeros. Un maletín. En el que ese día, como cada día, había fijado, distraída, su mirada.